La revista SANTOÑA en en su edición de septiembre de 1963, recogía un articulo escrito por la profesora del instituto laboral "Manzanedo" sobre la poesía popular de Santoña y en el que se puede leer parte de la letra de la murga los parrandistas de 1934 " el juicio en el fondo del mar".
Santoña, participó en el congreso del carnaval en Cádiz por primera vez como ponente en el año 1987, y en 1992 repitió ponencia con el tema: "Santoña, la mar de carnaval" con una exposición del entonces alcalde de Santoña Pedro Luis García Cobo que os mostramos a continuación:
Un rápido análisis del fenómeno del carnaval moderno, permitiría distinguir dos modalidades en este tipo de celebraciones que tanto han proliferado en los últimos tiempos.
Por un lado el carnaval de hoy puede constituir un acto de reafirmación o readaptación de antiguas tradiciones populares que en algunos casos se remontan a la lejana Edad Media. Pero en otros muchos casos carecen de este componente, no es sino uno más de los muchos actos que componen el programa anual de la concejalía de festejos de cada ayuntamiento.
Porque la práctica totalidad de los municipios españoles, han organizado últimamente sus propios carnavales como una fiesta más que ofrecer al ciudadano. Pero no se pueden identificar estos carnavales con aquellos otros que tienen una cierta identidad y justificación histórica y en los que puede y debe hablarse de manifestación festiva, dotada de unas características particulares relacionadas con la especifidad de la zona o lugar en que se desarrolla.
La condición marinera es la más importante característica del carnaval de Santoña. Con la representación del juicio en el fondo del mar como máximo exponente. En las dos épocas en que la historia ha dividido los carnavales santoñeses, la mar aparece estrechamente ligado tanto en contenidos como en imágenes a las representaciones del carnaval.
Esta continua apelación al mar, permite definir al carnaval de Santoña como el carnaval marinero, en la medida en que la característica la diferencia de otras representaciones carnavalescas que se dan en otros puntos de España o del mundo.
Sin embargo, el carnaval de Santoña posee otras características que por no comunes en otros resultan menos importantes y significativas. Estas son su carácter popular por un lado y critico-satírico por otro muy relacionados uno y otros componentes. Popular porque el carnaval de Santoña ha llegado a adquirir unas dimensiones extraordinarias en relación al tamaño y población de la villa con tan sólo doce mil habitantes lo que implica una participación popular muy mayoritaria. A diferencia de otros carnavales en que un conjunto de grupos, cuadrillas, murgas o comparsas llevan el peso específico de la fiesta en Santoña puede hablarse de que todo el pueblo participa en un gigantesco baile de disfraces que tiene la calle como escenario.
El aspecto crítico-satírico se manifiesta en tres niveles o aspectos bien diferenciados. El más importante tiene lugar a través de las murgas, que cada viernes de carnaval hacen un repaso de todos los acontecimientos que aparecen más significativos de cuantos han tenido lugar a lo largo del año. Pero también son importantes las dosis de críticas que aparecen en los mismos disfraces de las gentes por un lado, y en los contenidos y diálogos de la representación o escenificación del juicio en el fondo del mar.
Después de esta rápida descripción de los tres aspectos más importantes que definen al carnaval de Santoña, procede revisar el componente crítico del carnaval en relación a otro tipo de manifestaciones de ironía, mordacidad y sarcasmo que han venido dando a lo largo de los años en la villa de Juan de la Cosa.
Si en todos los casos los años de la dictadura constituyeron una ruptura que afectó de manera importante a las celebraciones del carnaval, en Santoña la función de crítica y de control social que hasta entonces se había encarnado el carnaval, pasó a canalizarse a través de dos manifestaciones:
La costumbre de los disfraces con motivo de la nochevieja por un lado y el desfile de las carrozas humorísticas que cada año tienen durante el mes de septiembre con motivo de las fiestas patronales de la Virgen del Puerto por otro.
Ante la imposibilidad legal de continuar con estas celebraciones prohibidas en toda España, en Santoña se continuó con la tradición de forma un tanto sutil; porque en las casas se retomó el espíritu del carnaval durante las fiestas navideñas cuando la gente comenzó a improvisar disfraces para las fiestas que seguían a las tradicionales cenas. Pero fundamentalmente cuando, también con motivo de la Navidad, se extendió la costumbre entre algunas cuadrillas de amigos de salir disfrazados a la calle cantando viejas canciones populares y antiguas murgas del carnaval. Así, fuera de época los santoñeses pudieron mantener vivo el fenómeno del carnaval. De una manera latente y cambiando su ubicación en los meses del año, lo cierto es que el carnaval de Santoña no desapareció por completo de la vida de las gentes. De esta forma los cánticos que aquellos grupos de amigos entonaban durante las fiestas navideñas, mantuvieron la esencia de las murgas de carnaval que se recuperaron definitivamente y en su forma original durante la década de los años ochenta.
Pero el concepto de carnaval como sátira y crítica de cuantos acontecimientos se han producido durante el último año en el lugar, la función esencial de la murga de carnaval puede mantenerse en su forma más pura con la organización cada año con motivo de las fiestas patronales de la Virgen del Puerto del desfile de carrozas humorísticas. En él grupos de amigos figuran sobre camiones, carros o plataformas decoradas para la ocasión denunciando alguna situación o hecho vivido en el pueblo durante los últimos tiempos. Las personas que durante semanas se han dedicado a fabricar todos los decorados de su carroza se convierten en el momento del desfile en los personajes protagonistas de los acontecimientos y situaciones denunciadas con motivo del desfile. De esta forma desde los años cincuenta en que comenzó a institucionalizarse esta modalidad de crítica popular hasta nuestros días en que aún se mantiene este acto como el más importante de cuantos se celebran en Santoña durante sus fiestas del mes de septiembre. El desfile de carrozas no ha dejado de ser un mecanismo utilizado por los santoñeses para ejercer un cierto control sobre la actividad de los poderes públicos principalmente los municipales y regionales.
La espectacularidad y colorido de los decorados se ven acompañados en todos los casos por representaciones que los componentes de las carrozas realizan sobre los escenarios que representan los propios carros, camiones o plataformas sobre los que se exhiben. Como quiera que los integrantes de cada carroza participan todos los años en el mismo desfile, puede establecerse semejanzas importantes entre las características que definen a una de estas carrozas con las propias de la murga del carnaval. Aún más, desde que con la recuperación de los carnavales modernos en Santoña, estas dos actividades de crítica han coexistido, y se ha dado en muchos casos las circunstancias de que una misma cuadrilla de amigos, participa en ambas actividades en el concurso de murgas durante el carnaval y en el desfile de carrozas durante las fiestas de septiembre. Porque el fenómeno del desfile de carrozas puede identificarse perfectamente con la definición que ofreció Fernando Gomarín de la comparsa o murga del carnaval, en la medida en que una y otra nacen y se desarrollan para alegrar y divertir a los presentes, y como resultado principal registrar la vida del pueblo del valle mediante el recuento de todo lo que a lo largo del año ha merecido la pena destacar, constituyéndose los habitantes en protagonistas, intérpretes y público de su propia diversión. En definitiva a través de estas dos actividades aquí descritas puede justificarse una cierta continuidad del carnaval de Santoña a lo largo de los años de la prohibición del carnaval.
Cuando en el año 1981 se recuperó la fiesta popular del carnaval, ausente en las calles de Santoña desde 1934, permanecía en la memoria de los santoñeses todos los componentes ingredientes que definen la fiesta del carnaval, porque la tradición nunca llegó a perderse por completo. Sin los antecedentes de los carnavales de los años de la Segunda República, difícilmente se habrían podido relacionar disfraces de nochevieja y desfile de carrozas de septiembre, con las manifestaciones propias de carnaval.
Pero así mismo resulta ciertamente atrevido y aventurado hablar de la continuidad en el carnaval de Santoña si no hubieran podido establecerse puentes de unión entre celebraciones tan sumamente alejadas en el tiempo. Por muy importantes que fueran los carnavales anteriores a la guerra civil, por muy grande que fuera la huella que estos hubieran dejado en la memoria colectiva de los santoñeses si en semejante periodo de tiempo no se hubieran celebrado los disfraces de nochevieja y el desfile de carrozas en las fiestas patronales de la Virgen del Puerto, en septiembre.
Os mostramos a continuación la Exposición realizada por José Carlos juncal y Agustín Ibáñez, en representación del Carnaval de Santoña en el 2º Seminario de Carnaval celebrado los días 27, 28, 29 de Noviembre de 1986.
Cantabria es una región que cuenta con un amplio litoral en el que históricamente se han asentado importantes pueblos, cuyas economías familiares obtenían sus recursos indistintamente del mar o de la agricultura. Santoña es entre todas, una villa que ha conservado algunas de estas realidades históricas, de modo particular en los Carnavales, donde la comunidad y sus agentes cobran especial relieve y materializan, al amparo de sus símbolos y conductas, su identidad y relaciones sociales.
HISTORIA DEL CARNAVAL DE SANTOÑA EN EL SIGLO XIX.
Es muy difícil concretar la fecha de origen de los Carnavales de Santoña dada su antigüedad.
Lo que nos consta por datos escritos recogidos en las actas de la Sociedad Casino Liceo, es que desde el año 1.864, se han venido celebrando, excepto el transcurso de la Guerra Civil, ininterrumpidamente. En el acta de enero de 1.864, podemos leer:
"Vista la costumbre establecida en años anteriores, se acuerda dar bailes de Carnaval y Domingo de Piñata", por lo que es de suponer que sean de una época anterior.
Estos datos, nos hacen ver que los bailes de máscaras en lugares cerrados, (casinos, sociedades, etc.) contrastan con los disfraces marineros de carácter popular, que sin duda, tienen una procedencia más antigua y hacen referencia en su exposición a distintas especies marinas, con cuyas pieles los murguistas cubrían sus cuerpos, tal vez invocando la fertilidad de los mares.
Ya en 1.883, dada la gran participación popular, aparecen ordenanzas municipales, en las que se dictaban normas que regulan el uso de máscaras, vestidos y disfraces, pretendiendo evitar de esta forma la ofensa a las buenas costumbres e instituciones.
Los periódicos de 1.892 nos hablan de la importancia de los bailes en las sociedades locales "Sociedad Casino Liceo", "La Juventud Santoñesa", "El Café Español", "José Bonet" y la "Sociedad la Peña", rivalizaban por conseguir la mayor notoriedad.
Por ejemplo, el Casino Liceo, se jactaba del buen gusto con que estaban decorados sus salones de baile y de descanso, "que podían competir con los más aristocráticos", EI salón de fumar de la Sociedad La Peña, aparecía adornado con ramos, mientras que el baile estaba profusamente engalanado. La Sociedad La Juventud Santoñesa, ensalzaba su baile de Piñata: "ha sido el non plus ultra de todos los celebrados, ¡que mujeres más hermosas!, ¡que trajes más elegantes!, ¡que maremágnum...!".
Todo ello hace suponer el gran auge que en aquellos tiempos tenía el Carnaval Santoñés.
HISTORIA RESUMIDA DEL CARNAVAL DE SANTOÑA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX.
Datos recogidos en actas del Casino Liceo, como los artículos aparecidos en el periódico "El Avisador", tanto en reseña de 1.902, como en su número de 20 de enero de 1.912, nos citan como los días más importantes de las fiestas, el sábado de Carnaval, domingo, lunes y martes y domingo de Pitaña. Siguen haciendo referencia a la importancia de los bailes de Sociedad, algunas de cuyas sedes han desaparecido, mientras otras nuevas las sustituyen.
La Sociedad Casino Liceo y la Juventud Santoñesa, mantienen su solera. El Baile de los Sargentos y el del Cine Hispano sustituyen a las ya desaparecidas. Este último adquiere un carácter popular, en contraste con los anteriores, a los que sólo podían acceder los socios. En él se podían alquilar trajes y máscaras, el abono para los bailes y alquiler durante todo el carnaval, se podía conseguir por siete pesetas, El citado periódico nos habla de cómo mientras por la noche se celebraban los bailes en los lugares ya mencionados, por la tarde se hacía uno popular en la Plaza Vieja.
Frente a este Carnaval de Salón, que reclamaba para sí un gusto exquisito y cortesano, con abundantes refinamientos, encontramos el Carnaval Popular, callejero, cuyo ambiente propio eran los espacios públicos y libres de la ciudad.
El pueblo llano era acompañado en este tipo de festejos por la burguesía liberal que, aún por aquel entonces, seguía gustando de la calle como medio de protesta festiva y propagación de idearios políticos y sociales en lucha contra las viejas ideas del conservadurismo.
Sin embargo esta pequeña burguesía reformadora intentaba extender a la calle el tejido moral refinado y civilizado que reinaba en los salones. Se acusaba a los bajos estratos de hacer un Carnaval de mal gusto, donde abundan los mamarrachos, las vestimentas estrafalarias, y los comportamientos ridículos e indecentes.
Es evidente que estos patrones de progreso y urbanidad de la nueva moral racionalista no podían seguir tolerando el espíritu festivo, lúdico, crítico y satírico de las clases populares, concretando en un lenguaje liberado y unas formas cómicas des-reprimidas, que no reparaban en utilizar los cuerpos como discursos sexuales de provocación y sus malas lenguas en escarnecer la mojigatería y los privilegios de los distintos estamentos sociales.
LAS MURGAS.-
La organización de los Carnavales recaía sobre las murgas, colectivos de personas disfrazadas que acompañaban con instrumentos musicales para interpretar coplas satíricas. Entre aquellas podemos recordar en la segunda mitad del siglo XIX la formada por el "Boo de Santoña"; la de "Los Músicos del Regimiento de Andalucía", "la Marina", integrada esta por varios pescadores del lugar que cantaban la Barcarola, pieza de aires marineros. Ya entrado el siglo XX podemos hablar de "Los Loritos", la murga de "Los Pedreses", "La Serafina", "La Música por los suelos", "Los Apaches", etc.
El recuerdo más vivo de los Carnavales se nos transmite por medio de los ancianos del lugar, ellos nos recuerdan cómo en los años treinta se concentraban en Santoña personas y comparsas de las provincias limítrofes que se entremezolaban con los vecinos, convirtiendo la Villa (ya entonces) en uno de los principales puntos carnavaleros del Norte de España.
LOS PARRANDISTAS.-
De todas las comparsas, (en Santoña se les conoce con el nombre de murgas) hacemos mención especial a "Los Parrandistas".
Los Parrandistas eran trece, a los que acompañaban tres mujeres aguinalderas, sin disfraz, que vendían las coplas, previamente censuradas por la autoridad, y las más veces cantadas como venía en gana, sin temores ni recatos. Destacaba en la murga un disfraz, consistente en pieles de palometa que, cosidas unas a otras, recubren el cuerpo. Sobre la cabeza se coloca una palometa o un cofre. La cara le quedaba al descubierto tiznada de negro, para preservar la identidad del parrandista. Las pieles no estaban curtidas y despedían un olor pestilente que se integraba a la fiesta, esto escandalizaba y espantaba a las gentes que se aproximaban a la murga, lo cual producía las consiguientes risas y alborotos y una imagen esperpéntica y simpática a la que servían de medio las escamas de los peces capturados en el faenar cotidiano.
Esta murga de "Los Parrandistas" resulta específicamente adecuada al medio marinero, (se dice que una anciana de la época sugirió el disfraz a base de palometa) y es de un enorme valor, no solamente desde el punto de vista plástico, sino estrictamente antropológico, dada la escasez de las mismas con que cuenta nuestro acervo folklórico estatal, y representa un importantísimo elemento antropológico bajo el punto de vista de sus partes integrantes, perfectamente sincronizadas en sus formas carnavalescas y textuales.
JUICIO EN EL FONDO DEL MAR (1.934).-
La copla del Juicio en el Fondo del Mar, cantada por Los Parrandistas en el año 1.934, pretende reflejar la posición de unos pescadores con respecto al conjunto de la comunidad, e invoca a la fertilidad de los mares, enumerando las especies más usuales y mimetizando al hombre con el animal marino, en un entramado simbólico de amor, fertilidad e identificación con el ecosistema, que regula los recursos económicos vitales de las pequeñas comunidades marineras. Y es una copla de esta murga, la del "Juicio en el Fondo del Mar", compuesta por el entonces Secretario del Ayuntamiento, (otros dicen que era el Alguacil), lo que ha hecho que el Carnaval Santoñés tenga un final que le hace único y distinto. En ella se cuenta el rapto de una sirena por un besugo enamorado, y el juicio a que es sometido, motivo que servía de pretexto al autor para hacer una larga y rica enumeración de especies marinas que por entonces llegaban cotidianamente al puerto de Santoña.
Según anuncia una radio
en los profundos del mar
se ha armado una zarabanda
que ha dado mucho que hablar,
Pues dicen que si un besugo
que es un pez influyente
de una sirena inocente
locamente se ha emprendado.
Y el besugo enamorado
el equipaje ha liado
y a la sirena ha raptado.
Neptuno, dios de los mares,
hondamente contrariado
el asunto ha encomendado
a un verdel que es abogado.
Y mi pleitos se ha ganado,
todos en el mar salado.
Para sustanciar el pleito
el abogado ha dispuesto
abrir una información;
desde el pez más diminuto
hasta el muergo más astuto
prestará declaración.
El juicio tendrá lugar
y en el hueco de una roca
y adornado con marlotas
esponjas y algas marinas.
Cuatro sirenas divinas
el tribunal formarán
y uno por uno los peoes
ante tan severos jueces
y al punto desfilarán.
De la defensa del reo
por lo visto se ha encargado
un ilustre salvareo
que es espinoso y letrado.
Actuará en las diligencias
y en plan de procurador
un pez de mucha experiencia
llamado el pez volador.
Del orden de este local
con seriedad extremada
se encargará muy formal
un enorme pez espada,
dos mil trescientas lubinas
mandadas por un luciato
armadas de carabinas
formarán en aquel acto.
Y les están encomendadas
las funciones de bedel
a dos activos lenguados
y un elegante pajel.
Los porretanos y barbos
de jurados actuarán,
y al reo con sus descargos
absuelto declararán.
Y la sala que estará
de fijo, de bote en bote
supongamos se hallará
de guardia un cancaricote.
Y por orden riguroso
desde el delfín hasta el baboso
declaración prestarán
sapo-peces, calamares,
jibiones, truchas,
palometas, relanzones,
luciatos, julias y sulas,
meros, rodaballos, julias,
salmonetes, cabrachos,
congrios, ballenas, cabrachos,
merluzas, bocartes, sardinas,
bonitos, taurones,
tembladeras, tiburones,
porretanos, chaparrudos,
panchos, lampreas, picudos,
brecas, babosos, tencas,
pintalacolas y durdos.
También comparecerán
a prestar declaración
una caila y un cailón,
llampas, abacantos,
cangrejos de mar y muergos,
mielgas, truchas, langostas,
tacotas, carpas y ostras.
Y si por el tribunal
se formula alguna queja
de manera muy formal
lo resolverá la almeja.
Y ahora al público rogamos,
que se arme de paciencia,
pues muy pronto la sentencia
y el tribunal dictará
pues de seguro otra radio
de mucho menos consumo
a las naciones del mundo
el resultado dará.
Parecen estas últimas estrofas una premonición, un adelanto, del avance de las modernas técnicas en el campo de la radio-difusión. Efectivamente, las modernas emisoras de radio hoy nos hablan, medio siglo después, de la sentencia del "juicio en el fondo del mar" y pueden transmitir el desenlace del acto; un desenlace que los murguistas de antaño seguramente no preveían: el besugo es absuelto, a pesar de la oposición del todopoderoso Neptuno, pero, que fatalidad, muere de amor.
El fin del Carnaval santoñés consta de tres partes fundamentales el paseo del reo, el juicio en el fondo del mar, y el entierro del besugo.
Comienza el festejo al atardecer. El besugo, soberbia pieza de tres metros y medio, es subido en un carro tirado por un burro en la Plaza del peralvillo. Neptuno y los treinta y dos personajes que posteriormente intervendrán en el acto del juicio, contemplan la escena. Mientras las murgas y charangas de las peñas comienzan un impresionante "chunchun" que le acompañará todo el recorrido por las calles de Santoña. Nos recuerda esta ceremonia a la costumbre medieval de pasear a los delincuentes y emplumados ante la presencia de las gentes recordándoles lo que les esperaba en caso de cometer un hecho delictivo.
Durante el trayecto, la gente dirige frases al besugo en tono más menos jocoso relacionadas con la faena que le hizo al omnipotente dios de los mares. El brillante de la comitiva se entremezcla con los ritmos carnavalescos y los salmos que interpretan supuestos sacerdotes que han llegado de "remotos lugares". El vilipendiado reo es llevado hasta la Cofradía de Pescadores donde permanecerá custodiado por un luciato y ocho lubinas hasta la hora del juicio. Parte de la comitiva a las 10,30 horas de la noche hacia la plaza mayor de la villa, la plaza de San Antonio, con sus árboles por soportales. En ella se ha instalado el estrado donde se representará el acto del juicio oral. Van llegando los peces que ocupan sus correspondientes lugares en la improvisada sala.
En medio de un impresionante silencio, una voz anónima recita la antigua murga y acto seguido, comienza el juicio contra el enamorado besugo. Neptuno subido en su trono, portando su tridente y rodeado por cuatro sirenas, dirige su juicio: "Como me llamo Neptuno -dice al besugo- dios de la mar serena, que te haré pagar el mal rato que pasé con tu faena". Con su potente voz va dando órdenes y recordando a los peces los peligros que los acechan, pues los hombres, en la superficie del mar, utilizan todas sus artimañas y saber para capturarles: "con Miche el botero, ¡cuidado!, pues aunque está jubilado, es un lince, y pescando lunas a su lado no hay igual según se dice", El verdel, que hace de fiscal, y el salvareo, abogado defensor, se enzarzan en una pequeña dialéctica. El primero que "estudió la carrera en los caladeros del Este y se licenció en Derecho en un día de sureste", dice que "Neptuno le ha encomendado que ataque sin piedad a un besugo enamorado que ha raptado a una deidad", mientras que el salvareo "que ha recorrido la escollera más veces que el buen Gelin (Ángel Badiola, ex-alcalde de Santoña, que todas las mañanas se recorre el Pasaje de punta a punta)", hace una reflexión y dice "este besugo inocente de mucha escama y poca vista, en mi ha confiado su suerte creyéndome un buen jurista". Poco a poco Neptuno va mandando subir a declarar a los peces y moluscos, y les pregunta sobre las relaciones entre la sirena y el besugo a lo cual todos contestan con evasivas. En las respuestas se van citando personajes populares, conocidos por sus buenas mañas en el arte de la
pesca (Picio, Luisa la del Milán, Ángel el del Dueso, Félix el de los cámaros, etc.), caladeros de la bahía, marcas de pesca, regatos y lugares del entorno, respuestas un tanto irónicas y graciosas que quieren enlazar la fantasía del acto, con realidades y problemáticas del lugar; así el pez espada nos recuerda el uso abusivo de redes y trasmallos y da rienda a su furor diciendo: "Me dan ganas de utilizar mi espada contra quien destroza mi bahía amada",
Finaliza la representación con la absolución del besugo y un diálogo amoroso entre éste y la sirena, que termina con el desdén y el desprecio por parte de ella: "ni te he querido ni te quiero, ni te he amado ni te amo. Soy libre, besugo -le dice- como la espuma que escapa a las olas, como el canto del hombre del mar" y la inmensa tristeza del besugo que tanto sufrió de amor y ahora "que por fin iba a besar sus escamas", se ve abandonado por su amada. Es tanta la pena que el besugo muere de amor.
Los peces participantes en el acto, y el público en general entonan una canción de despedida y se inicia el entierro del besugo.
Va llegando la comitiva al lugar del desenlace final; la bahía santoñesa. El griterío se va haciendo cada vez menos, las charangas cesan, la música y los porteadores con el difunto se acercan a la orilla de la mar. El silencio se hace total. Algunos amigos lanzan flores y coronas al agua y el besugo es depositado en el blando lecho del lugar de sus desventuras. Una traca le despide y, a la vez que se adentra en las aguas de la bahía, las llamas van devorando su cuerpo. Cuando el fuego ha cumplido su objetivo y el último resplandor se apaga, comienza un sonoro "chunchun" en la costa que se adueña del silencio de la noche; es el último estertor. Con el muere el carnaval de mayor tradición y arraigo popular de Cantabria.
En el año 2008 la revista ALADIERNO, Revista que ofrecía la aerolínea Iberia a sus viajeros, recogía un reportaje sobre el carnaval de Santoña titulado "El carnaval de Santoña, un pueblo de artistas" y en el podíamos leer lo siguiente:
A continuación os mostramos todos los carteles anunciadores del carnaval de Santoña desde su primera edición de 1981.